Venecia, mucho más que canales
Visitar Venecia es un festival de romanticismo, arte e iconografía. Esta perla del Adriático es un auténtico catálogo vivo de historia, palpitante, que dispensa una exuberante explosión de atracciones, colores y sabores. Por supuesto que Venecia es sus canales, sus góndolas y sus vaporetti, una familia acuática que es ya patrimonio del imaginario de la Humanidad, pero también hay pequeños secretos que descubrir, a los que se accede separándonos un poco, no mucho, de esa Venecia perpetua e imponente.
Es imposible resistirse a la sensación de que Venecia nos abre la puerta a la Historia. Tantas y tantas familias de nobles han habitado sus muros que tenemos impronta y firma de ellos y su poder por todas partes. Y no sólo por su mecenazgo, también por sus conspiraciones. El puente de los suspiros lo transitaban los reos de muerte desde la cárcel, antes de ser ejecutados. Sus pequeños ventanucos eran la última oportunidad de ver la bella ciudad de Venecia: de ahí su nombre, y que sea uno de los símbolos de la ciudad. Como inspiración, y para que suspiréis también con las vistas que desde allí disfrutaréis, os proponemos que os dirijáis tras visitarlo al Skyline Rooftop Bar, en la Via Giudecca 810, para que probéis uno de los cócteles más legendarios de esta ciudad: el Spritz. Pídelo con Aperol si te gusta dulce, y con Campari si lo tuyo es un toque amargo.
Venecia ha sido siempre un lugar de pioneros (hasta cuenta con la primera casa de apuestas reconocida por un gobierno, Il Ridotto, en 1638) y hay muchas cosas que se hacen aquí de modo diferente. Es espectacular, por ejemplo, acudir a uno de los laboratorios del vidrio de la isla de Murano. Aquí os mostrarán cómo los artistas (más que artesanos) que lo trabajan son capaces de crear los objetos más increíbles por virtud de combar y manipular la sílice como sólo aquí se lleva haciendo desde hace siglos.
Si te sientes algo pendenciero, puedes combinar las visitas a las tabernas (especialmente La Zucca, aunque si es así necesitarás llamar con un par de días de adelanto) con tratar de escapar de la pena de la muerte. Y es que la tradición cuenta que en la plaza de San Marcos, la columna que hace esquina con el Palacio Ducal, no alineada con las demás, daba una oportunidad a los reos de pena capital: si eres capaz de recorrerla subido al mínimo escalón que la circunda, con la espalda pegada a la columna, lo habrías conseguido.
Y hay algo más que nadie piensa que se puede hacer en Venecia, a pesar de ser una ciudad marítima: ir a la playa. Puedes tomar el vaporetto (también optar por el coche) que te dirige a la playa del Lido di Venezia, justo enfrente de la ciudad. Es una zona más “normal”, que probablemente te recordará al levante español, y fue muy frecuentada por escritores y artistas.
Como puedes ver, Venecia merece ser explorada de un modo más transversal. Piérdete por sus calles, camina y camina (de lado a lado no son más de 45 minutos), y descubre esos otros secretos que alberga una ciudad de por sí ya misteriosa. ¡Que la disfrutes!
Texto de M.D.