Las Posadas del León de Oro y del Dragón, algo más que tapeo

enero 9, 2017

La del León de Oro y la del Dragón son dos posadas con mucha historia en pleno barrio de La Latina, en una de las calles más emblemáticas del tapeo en Madrid, la Cava Baja. Comparten el mismo dueño y tienen dos conceptos parecidos, si bien la segunda tiene un aire más moderno que la primera. Las dos son un acierto para comer algo típico bien ejecutado, pero si eres un apasionado de vinos, te recomendamos optar por La Posada del León de Oro.

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Esta última, una antigua posada de finales del siglo XIX, es ahora un hotel de diseño con 17 habitaciones, todas ellas diferentes y que cuentan con las últimas tendencias en tecnología, como WiFi gratuito o calefacción por suelo radiante. Algunos de los elementos más peculiares de su decoración son los restos de la muralla cristiana del siglo XII, que atraviesa el edificio de lado a lado, y la corrala.

Por lo que respecta su oferta gastronómica, ésta se basa en la cocina tradicional española con algunos toques modernos. Los Ibéricos proceden de Salamanca, las carnes de Ávila y los vinos de casi todas las regiones del país, ya que esta enotaberna cuenta con más de 300 referencias. Entre todos los vinos, tienen especial relevancia, los Vinos de Denominación de Origen de la Comunidad de Madrid, la única capital del mundo que le da nombre a una Denominación de Origen de vino. Si no sabes por cuál de ellos decidirte, lo mejor que podrás hacer es pedir consejo al camarero.

Entre los imprescindibles de la carta, te destacamos las croquetas caseras (de espinacas, bacalao, piñones y pasas; de cocido madrileño; y de jamón ibérico y puerros); el salmorejo con helado parmesano y aceite de albahaca; el rabo de toro deshuesado sobre puré ligero de batata y boniato; los chirriones frescos a la parrilla con pesto de rúcula y emulsión de patatas; y la torrija con helado artesano de canela y sirope de caramelo. No dejes de pedir el café, es uno de los mejores de la zona, de hecho, son muchos los que acuden a este lugar a la hora del desayuno o sólo para tomar un café.

Si bien la vecina Posada del Dragón tiene un aire algo más moderno, de hecho, suele acoger exposiciones de jóvenes artistas y eventos muy dispares, también tiene una larga historia que contar.Se remonta a la época de los Reyes Católicos; fue una antigua alhóndiga de siglo XVI, un lugar de almacenamiento del pan y donde también se regulaba su distribución y venta; en 1868 fue construida como una casa de huéspedes; a finales del siglo XIX fue demolida; y en 1910 empezó a conocerse como alojamiento para comerciantes del Rastro y proveedores del cercano mercado de La Cebada. Además, las compañías de postas y diligencias establecieron las paradas de sus carruajes, y con el tiempo, de autobuses, en esta calle.

Actualmente es un hotel boutique con 27 habitaciones, que disponen de todos los conforts modernos y que invitan a recorrer la historia de la ciudad en cada planta desde sus orígenes, viviendo momentos barrocos, palaciegos, y Retros.

Con su vecino comparte algunos elementos decorativos, como la corrala – edificio histórico protegido – y los restos de la muralla árabe y cristiana. Asimismo alberga en su interior una bañera de mármol, un pilón-abrevadero y una escalera de madera. Y al igual que su vecino, esta posada, que debe su nombre al mítico dragón que estaba situado en piedra sobre la Puerta de Moros, es también una muy buena opción para tapear. En verano, su corrala al aire libre es una de las más concurridas de la ciudad.

En la carta de La Antoñita, así se llama el restaurante que ocupa los bajos de la posada, prevalecen platos elaborados a la vieja usanza, con materias primas autóctonas de calidad y variados productos de mercado. Te recomendamos probar la ensaladilla rusa, preparada según la receta original de 1864; la colección de tomates marinados (incluye 5 variedades); el crujiente de rabo de toro; las costillas con salsa barbacoa y chutney de piña; el lomo de ternera de Ávila con tximitxurri; y el jabón «La Antoñita», un postre que hace honor a la jabonería homónima que se ubicaba en este lugar, no te preocupes, aunque su aspecto engaña bastante, no sabe a jabón, sino a lima y chocolate blanco y está buenísimo!!

lamadridmorena

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